martes, 16 de diciembre de 2008

Cuestión de olor

Linnea olía a tomillo.

Quizás fue el aditamento crucial de nuestra unión. Eso, unido al hecho, nada despreciable, de encontrarme en un lugar donde el blanco del frío hacía más atrayente la presencia olorosa del verde Thymus vulgaris.

Parques nevados, sonrisas vaporosas, melena al viento…escenas de estúpidas películas americanas del siglo pasado. Y de este.

Éramos felices. Yo, al menos, lo era. Mi inexistente permiso de trabajo se podría ver reemplazado por una unión formal y legal con una nativa del país.

Y todo gracias a Glenn. Mi buen amigo confundido. O mi amigo por confusión. Llevaba poco tiempo aquí cuando me encontré con unos gallegos que estaban de vacaciones pagadas por su empresa. Éstos, cuando están fuera de la tierra y aún no les atacó el virus de la morriña, no tienen freno. Así que, como fin de fiesta, Xurxo y yo nos pintamos los labios, acomodamos nuestro pelo bajo servilletas de papel e iniciamos una irrepetible parodia del folklore nacional, tan lejano esos días.

Aquí entró Glenn. Bien por la poca luz o por el grado etílico que paseaba el hombre del Norte, hubo una confusión sobre sexos y apetencias (cabezazo al mentón incluido), que una vez aclarado sirvió para rehogar en risas lo que quedaba de noche.

Poniendo como condición el respeto mutuo, me fui a vivir con él. Aquí conocí a Linnea.

Glenn era profesor. Me gustaría decir que era un fenomenal maestro de piano venido a menos por un desengaño amoroso, recuperando así cualquier escena romántica del diez y ocho. Pero no, la Física Cuántica no tiene nada que ver con la música. Al menos así lo veo yo.

Mi sonrisa constante, mi torpeza con el idioma y mi decena de años que la aventajaban terminaron por seducirla. Caballero, muy a su pesar, Glenn cumplió aseadamente con nuestro pacto de respeto, aunque su mirada proclamase otra cosa.

Fui instructor de un potrillo envuelto en cuerpo de mujer. Sí, aunque apeste a celuloide, era feliz.

¿Porqué la tostada ha de caer por la cara de la mantequilla? ¿Eh? Pues yo tampoco lo sé.

La felicidad tiene fracturas sociales. Así, Linnea, se ilusionó en hacer una reunión familiar y ahí cambió mi mundo.

La madre no olía a tomillo. Olía a todo. Era la madurez infinita reflejada en la elegancia del junco que tenía ese cuerpo cuya primera decena coincidió con mi nacimiento. En un ansiado momento de soledad mi mano derecha se acopló al bolsillo trasero de sus finos pantalones vaqueros. Sólo una mirada. Ningún ademán ni palabra ni reproche. La mirada de unos ojos rasgados encendieron el verde de “adelante”.

Mientras Linnea navegaba por la Física, yo naufragaba por la Anatomía, donde unas manos maduras y expertas me documentaban en mi ignorancia. Sentir sus manos recorrer mi cuerpo, con esa lentitud premeditada que paraba el tiempo y mi aliento cuando las yemas de sus dedos comenzaban un descenso simétrico a lo largo de mi espalda, desde mi nuca hasta donde ella quisiera poner fin.

Y como uno más uno son dos y dentro de cien años todos calvos, el clan familiar empezó a atar cabos y llegaron a una conclusión: no debía ser sólo casualidad que las noches, cuando yo no salía con Linnea, fuesen las mismas que su madre se ausentaba de su casa.

Así que las hordas vikingas aporrearon el portero automático de Glenn, exigiendo que se bajara el puente del castillo. Al entrar en el patio de armas nos vieron a los tres alrededor de la mesa de estudio donde el docente explicó que la madre de Linnea quería estar a la altura de su hija, por lo que retomó las olvidadas nociones físicas. A la Física Cuántica me refiero.

Todo aclarado. Linnea y su madre se fundieron en un abrazo desnudo ( y tanto, con las prisas la lencería se quedó colgada en la lámpara). En ese instante vi marcharse mi presente, mi pasado y mi futuro como si de una sola persona se tratase, eso sí, con dos traseros bien diferenciados.

Glenn, amablemente, me invitó a marcharme pues, de ahora en adelante, el respeto mutuo se lo iba a pasar por el Arco del Triunfo.

Los dioses han dejado de confiar en mí.

Y, la verdad, es todo un alivio.

lunes, 13 de octubre de 2008

Mi primo Manué




Una tarde nos dio por mezclar prosa y poesía en El Gastor.

Desde entoces hemos ido compartiendo escenarios con nuestros papeles en ristre. Compartiendo escenarios y algo más.

Manuel García Sánchez, crea, forja, transmite.

Sus manos crean todo aquello que todo lector persigue y todo escritor anhela: hacer comprensible y creíble lo escrito.

Cuando lo leo, cuando lo escucho, siempre me digo lo mismo “qué fácil hace lo difícil”




Manuel es una realidad en el mundo de nuestras letras y a poco que los buenos vientos soplen en la dirección correcta, nos va ser más fácil disfrutarlo.

Es todo un lujo, él lo sabe, compartir cualquier acto cultural con él. El antes, el durante, el después, cualquier momento es bueno para compartir.

Y disfrutar de todos eso diálogos locos, tan cargados de cordura.

“Manué, sácate una sonrisa del casco”


Aquí viene mi primo. Disfruten de su palabra.


Nacer de nuevo

Para nacer de nuevo tuve que salirme de la carretera y dar varias vueltas con el coche hasta quedar hecho un guiñapo y que una escarcha de sangre y polvo cubriese mi cara. Ni siquiera oí las voces de los bomberos que arrancaban las cáscaras de metal para poder liberarme. Ni el contundente martilleo de las hélices del helicóptero. En todo ese tiempo anduve paseando por mi vida, sin prisa. Sé lo que duró el intervalo de tiempo que estuve inconsciente pero no podría determinar cuanto viajando. Al contrario que mi gente no pasé miedo. Tuve que enseñarme a caminar, a hablar y a comer. A exigirle a cada día su rendimiento de felicidad. Y sobretodo a observar a mis hijos y comparar su infancia con la que desenterré de mi memoria. Desde entonces la alegría me sorprende en el sitio más insospechado. De ese modo comienzo a creer que el paraíso quizá sea algo tan sencillo como ser un niño con la sabiduría de un adulto, o ser un adulto con la inocencia de un niño.

Manuel García Sánchez


El mejor amigo

El perro sólo ladraba cuando su dueño se iba. Estaba viejo y apenas veía, sin embargo tenía la dichosa manía de quejarse cada vez que se quedaba sin su amo. Más de una vez los vecinos se quejaron; el sonido que emitía era muy molesto por agudo y constante. A veces se transformaba en un aullido que ponía los nervios de punta. Matías soportaba estoicamente las protestas y al final se encogía de hombros y acariciaba a su amigo. El hombre también estaba mayor y torpe no podía estar pendiente del animal, por eso lo dejaba en casa. Cierto día, de madrugada el perrito comenzó a formar escandalera. El edificio era un clamor, les parecía un despropósito, una falta de vergüenza, más de uno profirió amenazas. Pero nada de eso atraía al silencio. El sonido se agarraba como una garrapata a los tímpanos, haciendo que el sueño abandonase se divorciase de la noche. Alguien, desesperado, tomó la determinación de llamar a la policía. Tardaron en darse cuenta, Matías no había salido.


Manuel García Sánchez

viernes, 3 de octubre de 2008

Te fuiste con el Sol

Hace poco publiqué estos versos en Prosófagos.

Hice una especie de introducción al tema. Al poco de publicarlo, ñam, una excelente escritora que pulula por el foro, me dejó un comentario tan acertado, tan lleno de imágenes, construyendo una descripción fabulosa del personaje, que no pude resistir la tentación de pedirle permiso para reproducir su comentario y así engrandecer la figura del homenajeado.

Aquí va la introducción, los versos y la palabra y su valía en los comentarios de ñam.

"Ahora hace veinticinco años que murió José Pérez Ocaña. Andaluz afincado en la Barcelona de los 70. Persona, artista, homosexual, libre.
De Ocaña siempre llevaré una respuesta suya que le escuché en una entrevista en un programa radiofónico de madrugada y decía algo más o menos así:

- Ocaña, para ti ¿qué es la cosa más triste?

- Lo más triste para mi es cerrar un libro y no saber lo que he leído.

Valgan estas rimas como sencillo homenaje.

Hay cosas que nunca mueren."

TE FUISTE CON EL SOL

Tú, luz en la oscuridad
de un tiempo, en una nación
de misa y comunión,
devota a la autoridad,
banderas y falsedad.

Tú, aire renovado
en un moribundo estado
en donde la voz alzaste,
con valor te rebelaste
dignificando el pecado.

Tú, diablo controvertido,
nos dejaste tu legado
aun cuando estés olvidado.
Siempre huiste del balido,
libre loco travestido.

Mas, no es cosa que extraña
pues es normal en España
lapidar al diferente
que provoca con la mente.
Por eso me gusta Ocaña.

JuanManué

Comentario de ñam:

"Y a mí. Y mucho.

Gracias Juanmanué, por este homenaje. Si me permites voy a poner un par de enlaces aquí referidos a Ocaña.Ocaña, tan auténtico, tan humano, tan analfabeto, tan instintivo, tan natural, tan listo, tan mariconazo, tan tierno, tan valiente... En fin, que viva Ocaña, y mil veces, un tío con un par de cojones (pero de los de verdad, de los capaces de cantarse el Yo soy esa en un bar lleno de gente en la España de los setenta absurdamente vestido de coplera. Esos, esos son cojones, a ver cuantos machoman de esos tan gallitos que se ven por ahí serían capaces. Y no entonces, ¡hoy!)

"Siempre huiste del balido,
libre loco travestido."

Ole, compañero"

domingo, 28 de septiembre de 2008

Un huracán de solidaridad con Cuba

Con ese lema, el PC y el PCP, está realizando por toda España diversos actos con la finalidad de recaudar dinero para el pueblo cubano que está pasando por unos duros momentos tras el paso de los huracanes Gustav e Ike.

David Romero, compañero del Colectivo Cultural Aldaba, poeta comprometido y persona solidaria donde las haya, se puso en contacto con el Colectivo para ver quién podría participar el Viernes 26 de Septiembre en Sanlucar de Barrameda, en el acto que el PC junto con IU iba a realizar en solidaridad con el pueblo cubano.

Allá que nos fuimos. Nos encontramos con David en la bella Plaza de la Paz sanluqueña, donde está la sede del PC.

Nos juntamos con David, Juan Pan, Miguel Ángel Rincón y... por supuesto, ¡¡Manuel García!!, otra vez juntos en un acto cultural. También se nos unió un poeta sanluqueño, el señor Romero, que estuvo fantástico con sus poesías.




Así que allí estuvimos. Público numeroso y respetuoso, por lo que fue todo un placer participar en el acto.


Sigo pensando que la palabra tiene un significado mayor más allá de las luces de neón y los escaparates lujosos de las grandes avenidas.


La palabra está en La plaza de la Paz y no fue bien único de los que allí estuvimos declamando, si no de los que nos estaban escuchando. Esa gente son los verdaderos dueños de la palabra.


Un verdadero placer haber contribuido, desde la humildad de mis letras, con esta causa y un verdadero placer haber vivido esa experiencia.

martes, 16 de septiembre de 2008

Mi prima Mari



Cuando menos lo esperabamos, el destino tuvo el detalle de presentarnos a Papillón (mi prima Mari Olveira)

Hija de Ingenio, sonrisa generosa, ojos plenos, mente clara, poesía pura.

Camina con la intención de no llamar la atención más de lo necesario, pero lo "estropea" todo en la primera conversación que tienes con ella. Es un imán que te atrae. Y ella, a su pesar, no puede hacer nada por evitarlo.

Y lo traslada a su poesía.

Verdad desnuda vestida con la fuerza de la ola que llega a la playa, salpicándonos con su fuerza transmutada en palabras sin desperdicio. Libre y franca. Como ella.

Una vez embestida la playa, la ola regresa al mar sin tanta espuma, serena, melancólica. Aquí, la palabra, siempre la justa, se ha metido sin remedio por debajo de nuestra piel.
Era inevitable sucumbir a la palabra, cuando ésta tiene la capacidad de transmitir.

He tenido la suerte de conocer amigos y amigas en esto de la escritura y todos me han enseñado algo.
Mi prima Mari me ha enseñado que las letras pueden ser reflejo de uno mismo. Esto, que no es fácil, pues vende poco (notorio pecado del hoy global), es su seña de identidad.

No olviden este nombre y disfruten de su poesía.


HE SACADO A LA POESÍA A PASEAR POR LAS CALLES

He sacado a la poesía a pasear por las calles,
a recorrer aceras y sonrisas, palmos de tierra por conquistar.
En el camino he ido descubriendo que puedo ver gaviotas surcando cielos de lluvia,
esperanza detenida en contenedores de basura,
señales de tráfico que piden que pare el consumismo,
un buzón que no espera cartas porque ya nadie escribe a nadie,
ojos perdidos en un inmenso mar de sangre,
voces multirraciales que no saben comunicar lo que sienten sus corazones,
perdones malgastados entre gracias y lo siento tanto,
el canto de las sirenas y sus luces deslumbrantes,
suciedad y abanicos de posibilidades enredándose en la piel de los lagartos,
hartos escarmentados que no buscan más destino que el camino que recorren,
nombres desaprendidos y hombres que nombran razones,
incendios de amor mezclados con miedo a errar nuevamente,
vacías cuencas y cuentas siempre pendientes,
una guitarra con las cuerdas destrozadas y unos dedos que la lloran,
la hora en la que todo empieza y en la que se acaba lo que se daba,
esclavas del intento que mueren calcinadas por su empeño,
desiertos de hormigón y un camión que transporta hierro,
entierros de lujo y un reflujo de desastrosas consecuencias,
esencias de perfume mezcladas con hadas madrinas,
espinas que se clavan en la yemas y abren la puerta de los ríos,
frío… con su lluvia peregrina de abriles caducados,
helados barrotes invisibles donde permanecen los sueños encarcelados,
alados escotes que muestran senos sin dueño a la espera de caricias,
subrepticias escapadas de las barricadas del destierro,
encierro de la rutina entre ventanas de calcados pianos,
manos que piden y claman por su derecho a ser escuchadas,
espadas para la guerra que se aprende a perder cuando eres niño,
guiños disfrazados de espuma de cerveza y cuerpos alcoholizados,
amados que ya no aman,
obreros que nunca amaron
y esa voz… que sume al alma en una congoja permanente
y a la mente despedaza con espasmos derretidos en el horno de las risas,
prisas en la carrera vital que sólo lleva a la muerte,
suerte que se vende en los comercios de ilusiones por encargo…

He sacado a la poesía de los libros y su celda de tinta silenciosa
para hacer de ella una rosa encadenada al empeño de comer sin correr,
sin ser devorados,
sin que nos arañen las uñas carroñeras
que no esperan a sabernos salvados porque sólo quieren ser nuestra piel,
miel para las gargantas que se desgañitan en los gritos
escritos en el pasado por un mago del presente
cuya mente sólo era capaz de amputar errores a los espejos,
lejos, como siempre,
lejos de aceptar que todo está hecho,
que somos desecho y basura en las alturas,
mientras abajo transcurre el otro mundo,
inmundo,
punto de partida para ciegos y solistas
de las largas listas de aquellos que nunca,
que jamás serán escuchados.


papillon 30 – 04 – 08

sábado, 23 de agosto de 2008

¡¡ESTÁN LOCOS ESTOS ROMANOS!!








Así, el bueno de Obelix, manifestaba su extrañeza al comprobar que una y otra vez las legiones insistían en llevarse los más variados surtidos de golpes y mamporros. Y eso era lo que se llevaban, pues la aldea resistía a todo un imperio.

Resistía, no es la mejor palabra. Mejor sería: utopía.

Hay un mundo, ahí fuera, plagado de luces de neón, carteleras monumentales, libros en los escaparates, contratos televisivos y contratos prostituidos para que se diga, única y exclusivamente, lo que conviene que se diga.

Y parece que es el único mundo. Pero no lo es.

Hay otro mundo, pequeño como cierta aldea, que tiene epicentro propio, con un movimiento sísmico ilimitado dentro de sus limitaciones.

Limitaciones contrarestadas por la ilusión, el deseo de agradar y la ganas de pertenecer a esa aldea.

A coste cero.

Así, en esta cuarta jornada, tuvimos el gusto de encontrarnos con Miguel Ángel Rincón, Pilar, La Máquina (ampliada), los dos Alejandros, Diego Belsup, Conchi y, por supuesto, Manuel García, con el que he tenido la suerte de actuar en tres actos públicos.



Los locos aldeanos

Hablando de público, me quito el sombrero ante este público de Prado del Rey, adultamente joven, que ha hecho grande esta jornadas de poesía. Ellos, más que formar parte de la aldea, son la aldea en sí, pues gracias a estos hombres y mujeres es posible mantener el sueño de que un mundo diferente sí tiene cabida entre nosotros.

De entre estas personas me gustaría destacar a Sandra, que siempre nos ha recibido a Merchi y a mí de forma cálida y sencilla, haciendo que nos integrásemos en esta aldea de una forma más rápida. Sandra, es algo más que público.

De la actuación comentaros que Miguel Ángel, Manuel y yo formamos un trio, bien avenido, sobre el escenario y fuimos desgranando la noche entre poesías y relatos cortos.

Y un fin de fiesta con La Máquina Quimérica, ya es todo un lujo.
¡¡Importante!!
Gracias al amigo Manuel, me he dado cuenta de un olvido en la participación. Un olvido importante pues fue quién abrió el acto con unas poesías frescas y sentidas. Una artista sobre las tablas como es Cristina, hija de nuestra amiga Conchi.








La recompensa

Uno termina su actuación, ha escuchado los aplausos, han terminado los nervios y le gustaría agradecer uno por uno a todos aquellos que han tenido ha bien estar allí.

Cruzo una mirada con Merchi y asiente con la cabeza con una sonrisa en la cara. Todo ha ido bien.

Más tranquilo, me acerco a la barra y allí me encuentro la sonrisa de Nieves, la dueña de la Taberna Irlandesa, que me felicita y me dice que he estado muy bien.

¿Qué más pago puedo pedir?


La Aldea

La aldea está regentada por Nieves, como acabo de decir, y se llama La Taberna Irlandesa.
Es un lugar impresionante.
No sé si será un marco inmejorable para este tipo de Jornadas. No lo sé. Sólo sé que estás Jornadas en otro sitio, no habrían sido lo mismo.
No sé si mejores o peores.
Lo único cierto es que la magia que emana este lugar no se podrá encontrar en otro sitio. Hagan la prueba y acérquense a conocerla.



Final

Para el final me guardo la frase de Obelix, le doy la vuelta y digo:

¡¡Están locos estos serranos!!

Benditos locos

sábado, 2 de agosto de 2008

Poesía de una noche de verano (II)

Ayer, 1 de Agosto, dieron comienzo las jornadas tituladas "Poesías de una noche de verano" en Prado del Rey, un bello pueblo de la serranía gaditana.
Los dioses nos fueron propicios y allá que nos fuimos Merchi y yo.
La céntrica Taberna Irlandesa (impresionante en todos los aspectos) nos esperaba.
Reencuentro con conocidos en esto de juntar letras y apretón de manos y besos con otros nuevos.
Y, por fin, la poesía.
Juan Antonio, Alejandro y Quino lograron crear ese ambiente mágico donde la poesía es correa de transmisión de sentimientos, deseos, anhelos, necesidades y realidad.
Enriquecedora mezcla de estilos, confirmando a la poesía como engranaje perfecto y necesario en nuestras vidas cotidianas. Aun cuando pase desapercibida con demasiada frecuencia.
Pero para que se diese todo esto en un breve (uno siempre quiere más) espacio de tiempo, hace falta un grupo de personas que se entregan para organizar este tipo de eventos, a los que siempre hay que estarles agradecidos.
¡¡Que no pare la fiesta!!
¡¡Y animaros, que vale la pena!!

jueves, 31 de julio de 2008

Poesía de una noche de verano











Nota de Prensa:

Ciclo poético: Poesía de una noche de verano

Con este título comienza este viernes, día 1 de agosto en la localidad serrana de Prado del Rey, el ciclo de poesía organizado por el colectivo cultural y artístico Aldaba junto con el bar la Taberna Irlandesa.

En palabras del secretario del colectivo, Miguel A. Rincón, “Este ciclo poético que comienza este viernes tiene como objetivo acercar la poesía de los poetas del colectivo Aldaba al público, manteniendo un contacto directo con el oyente. Dichas lecturas, para hacerlas más amenas irán acompañadas de imágenes, fotografías y pinturas realizadas por miembros del mismo colectivo.”

Este ciclo de Poesía de una noche de verano, se repetirá todos lo viernes de agosto e irán pasando por él diferentes poetas. El lugar elegido será la Taberna Irlandesa, que por su decoración, hace de este bar un sitio idóneo para recitar poesía.

En este primer encuentro, leerán sus poemas dos jóvenes poetas, Juan Antonio Baena Niño (1986, Grazalema), estudiante de Ingeniería Técnica en Diseño Industrial y con varios premios de poesía a sus espaldas que pronto verá publicado el que será su primer libro. Y Alejandro Holgado Gómez (1992, Prado del Rey), estudiante de Bachiller, se inicia en la escritura con prosa poética ahondando sobretodo en lo político-social, el anticonformismo, el amor, etc.

Estos dos autores estarán recitando sus obras el próximo viernes, día 1 de agosto a las 22:30h. en la Taberna Irlandesa, en Prado del Rey (sierra de Cádiz)


Para más información: http://ciclopoesiaprado.blogspot.com



Colectivo
Aldaba

domingo, 6 de julio de 2008

TURBULENCIAS

El aura mística del arribo
es flecha pretérita, e infértil,
en un presente de ojos abiertos
y palabras gastadas,
mutiladas,
presas en jardines inundados
por escombros y estatuas muertas.

Los vientos empujan y desorientan.
La escalera, en espiral,
nunca tuvo balaustradas.
Así, el vacío flanqueante,
de tan común,
se hizo cotidiano.

Diógenes facilitó el camino.
Es dura la gimnasia del recuerdo
cuando las manos andan vacías,
los labios murmuran a solas
y el olor de la piel,
último vestigio de una presencia,
ya va en retirada.

Imágenes brotan de cualquier rincón,
de cualquier cajón;
inesperado.
Colores que ya no existen.
Si alguna vez existieron
murieron en el revelado.

Colores que ya no existen.

Como esa sonrisa.

domingo, 29 de junio de 2008

Una noche en La Fábrika





El pasado Viernes 27 de Junio, tuve la suerte de participar en la presentación del poemario Espacios Compartidos, de Miguel Ángel Rincón Peña, en La Fábrika.
La Fábrika, en la gaditana Plaza de la Cruz Verde, es de aquellos sitios necesarios en donde la idea de que otro mundo es posible se materializa.


Compartí escenario con un viejo amigo, Manuel García Sánchez y con otro amigo nuevo en esto de las palabras, David Romero Raposo.
Los tres pertenecemos al Colectivo Cultural Aldaba, al igual que Miguel Ángel.

Manuel nos regaló su buen hacer con sus relatos cortos, intensos e inteligentes y David hizo algo tan necesario en estos tiempos (en cualquiera de los tiempo, diría yo) como es el rescate de la memoria, la olvidada memoria de los vencidos.


Luego vino el plato fuerte. El grupo La Máquina Quimérica, al que pertenece Miguel Ángel Rincón, llenó el local de letras y música. Letras y música que tuvieron el poder de trasladar sentimientos y sensaciones en todo momento. Las letras de Miguel Ángel cobran vida en su propia voz y en la personal voz de José Manuel Pacheco Vega, acompañados en todo momento por la magia de la guitarra, que vino de la mano de José Antonio Pérez Arias.

Intercalando canciones y poemas se nos hizo corta la noche.

Y sí, hoy puedo decir, que tuve la inmensa suerte de compartir con La Máquina, con Manuel y con David, una noche donde todo giró alrededor de la palabra.


Este es el libro de Miguel Ángel. Tiene la particularidad que siendo un poemario íntimo, nos vemos reflejados en la mayoría de los poemas. Y es que la verdad sólo tiene un camino, pero hay que saber reflejarla como él lo hace.

Pero, por si esto fuese poco para tener el libro, sepan que estamos ante una obra literario pictórica, pues el artista Juan Kalvellido, ilustra todos los poemas, haciendo de este libro una verdadera joya.

Aquí les dejo el enlace para adquirirlo:




sábado, 14 de junio de 2008

Tolerancia cero

Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo, jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.
¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar!

(A galopar, Rafael Alberti)

"El gobierno va a tener tolerancia cero ante cualquier acto de coacción o de violencia"

Hoy en día, a pesar de los tecnócratas de los grandes partidos y sindicatos, sigue habiendo obreros en este país.
Los he visto en mi tierra, Andalucía.
He visto pescadores, grandes como montañas, que lloraban de rabia e impotencia. Y he llorado con ellos.
Los he visto con la cara sangrando. Y he sentido el calor del líquido vital sobre mi cara.
He visto como a un viejo pescador, que se habrá jugado la vida, de verdad, más veces que todos esos tecnócratas juntos, lo esposaban en el suelo, sintiendo el peso de la seguridad de todos los españoles en sus viejas espaldas. Y he sentido el frío del metal en mis muñecas.

Tolerancia cero, coacción, violencia…

¿Porqué no se tiene tolerancia cero con los bancos que coaccionan, de manera inmoral y violenta, a toda la gente de a píe que necesitan de sus servicios?

¿Mandará las fuerzas de orden público para que nos defienda?

¿Porqué no se tiene tolerancia cero con los grandes constructores que coaccionan, de manera inmoral y violenta, a todos aquellos que quieren acceder a un hogar digno y deben hipotecarse hasta más allá de su muerte?

¿Mandará las fuerzas de orden público para que nos defienda?

¿Tendrá tolerancia cero con los que, a la sombra del “desabastecimiento”, han multiplicado el precio de un tomate, de manera inmoral y violenta, por diez veces su valor?

¿Mandará las fuerzas de orden público para que nos defienda?

Todos tenemos el derecho de la tolerancia cero. Yo sin ir más lejos, hace tiempo que la tengo con su partido. Desde que se le cayó la “O” de obrero y la “S” de socialista y su única intención es quitarle los votos al otro partido de derecha.

Y por escupir al pasado con su “monárquico-republicano”.

Pero mientras existan obreros habrá izquierda.

jueves, 5 de junio de 2008

El May


R. monis, o lo que es lo mismo, "el May", es un pintor puertorrealeño apegado a la tierra. Y no sólo a "su" tierra, si no a la Tierra en general.
Pintor comprometido, nos regala la belleza de un entorno tan bello como frágil. Al arte de volcar en el lienzo la imagen deseada, se une su deseo, su necesidad, de que esa imagen perdure y perviva para bien de todos.
Sus dunas, ríos, árboles, salinas, son mundos cercanos para los de aquí, a la vez que universales. Sus cuadros son sus señas de identidad.
Yo tengo la suerte de tenerlo cerca. A parte de pintor, es un inteligente conversador.
Ahora se ha metido en esto de la red y tiene una página web:
Ahí se la dejo.
Disfrutenlo.

martes, 13 de mayo de 2008

HOY NO QUIERO ESCRIBIR

Hoy no quiero escribir.
No me apetece, simplemente.
Empecé a buscar colores por las nubes
sin darme cuenta que ya había anochecido.

Hoy no quiero escribir.
No quiero parir versos,
ajustar sílabas,
cotejar rimas,
escuchar los ritmos.

Hoy no quiero escribir.
Ni crear metáforas de amor.
No.
No.
Hoy mi poesía no derrumbará muros
pues lancé tan lejos el cristal de los sueños
que apenas puedo ver donde cayeron los trozos.

Hoy no quiero escribir.
El lápiz, prolongación de mis huesos,
receptor de mi mente, tiene fría la piel.
No lo reconozco
y me da miedo.

Hoy no quiero escribir.
Tengo derecho.
Debo guardar callado luto por la musa
que mis palabras forjaba.
He de esperarla aquí,
en el escalón de mi puerta,
por si le da por regresar.

Hoy no quiero escribir.
No me apetece.
Simplemente:
no estás aquí.

domingo, 13 de abril de 2008

¡NO! A LA MATANZA DE FOCAS

Mi buena amiga Pepsi (www.pepsiland.es) ha publicado en su página este escrito. Escrito que hago mío en el sentimiento de repulsa contra esta masacre anual.

Poco puedo añadir.

Una vez más, agradecerle que nos abra los ojos.

¡NO! A LA MATANZA DE FOCAS

No puedo, no puedo escribir uno de mis tontos cuentos. Estoy horrorizada, un año más, con la tradicional matanza de focas en Canadá.

Este año, 325.000 focas morirán frente a la costa de Canadá. No puedo analizar ni discutir cuales son los motivos que pueden llevar a un ser humano a cometer estos crímenes. No, no me cabe en el cerebro cómo se puede aporrear, disparar, masacrar, y despellejar, abrir en canal mientras aún están vivos a estos seres. Es una vergüenza humana apoyada por el gobierno de Canadá.

No entiendo el afán del ser humano en vestirse con cadáveres. No entiendo que ahora, emerja además otro negocio infame para justificar estos actos, y nos vendan la carne de foca por sus propiedades en el puto Omega3 de los cojones, porque parece que no podemos ya vivir sin él.

Tengo el estómago revuelto y el corazón todavía más. No puedo ver las imagenes de esta matanza sin llorar, vomitar y revolverme en rabia. Por eso me sumo al boicot a Canadá.

Y me sumo también a la iniciativa de países como Bélgica, Francia, Reino Unido, Italia y Estados Unidos de prohibir el comercio con estos pobres seres.

Dejo aquí, para que quien pase por este humilde blog, los siguientes enlaces de interés:

http://www.altarriba.org/2/verguenza/vg1.htm

http://www.greenpeace.org/espana/news/greenpeace-contra-la-matanza-d

http://www.fondationbrigittebardot.fr/site/actu_en.php?id=7508

sábado, 5 de abril de 2008

A alguien se lo escuché

Melódica, rítmica. Una vez, otra vez. Una gota, otra gota. Escucho y veo sus ondas, su estallido al chocar contra la loza del lavabo. Me levanto, ajusto la válvula del aseo. Apoyo mi espalda en el friso helado mientras percibo la sensación que transmite mi piel al cerebro. Y recuerdo…

Recuerdo cuando llegué aquí y me instalé entre vosotros. Qué más da de donde viniera, lo que en un pasado hiciera o de lo que huyera. Llegué con la lluvia a una estancia para gatos, angosta y oscura. La lluvia seguía presente en el interior por medio de la gota que descendía de esa curva que hace el codo de la tubería en el lavabo. Se quedaba ingrávida, sola, protagonista del momento hasta que la fuerza de la gravedad la empujaba hasta el suelo para destrozarla de una forma violenta pero elegante. Me di cuenta que de nada valía hacerle duelo puesto que, al instante, otra ocupaba su lugar.

Eran días donde descansaba en la piltra con el planetario de arañas que rememoraba, vagamente, la bóveda azul de algún cielo, de algún lugar. Descansaba mi cuerpo, descansaba mi mente. Eran días de mezclarse con vosotros, con la mirada dócil del que no es de aquí. Con la dulzura empáticamente estudiada (sólo comparable a aquella que está instalada en los rostros de los monitores sociales carcelarios), pidiendo, mendigando: “hacedme un huequito, que ya no puedo volver”. Mezquina fortuna. Yo que llegaba de donde vuestros hijos se juegan la vida por entrar, os suplicaba favor y hospitalidad.

La piltra, la gota y yo, formábamos una sola mente bajo un firmamento de redes en donde firmamos “El manuscrito para la Supervivencia”. Y lo pusimos en práctica. Fueron años duros, pero gratos. Cualquier avance era festejado con la generosa espuma de aquella lata de cerveza, la mejor oferta del supermercado cercano.

Hoy manejo auto con abecedario (ABS, GPS…), casa propia, botellero abarrotado, aire acondicionado y nevera repleta.

Pero cuando, alguna vez, oigo la cadencia musical de ese suicidio colectivo de gotas de agua, me levanto, cierro la válvula, apoyo mi espalda contra el friso helado para ahogar la lágrima de mi mente que me reclama “….y sin embargo era feliz”.

martes, 11 de marzo de 2008

Poema para estos días grises

Para Merchi, mi compañera.


Hoy me gustaría acuchillar al tiempo.

Ese tiempo que se aferra a tu garganta,
que inunda tus ojos
y te deja sin palabras.

Hoy me gustaría acuchillar al tiempo.

Por el adiós eterno del que se va,
por el dolor del que se queda,
por el sufrimiento en la espera.

Mañana seré otra vez payaso
para verte reír,
me caeré con mis grandes zapatos
para verte feliz,
me mojaré con mi flor de agua
para verte reír feliz,
y te cantaré una canción al oído,
esa que sólo es para ti.

Amor.
Amor fugaz.
Amor poeta.
Amor fugaz y poeta.

Amor.
Amor polvo del camino
de veintiocho estaciones.
Amor diario que descansa en la noche,
cada noche,
en el perfil de tu cuerpo,
molde justo de mi cuerpo.
Amor, que no mides lo que doy.
Bien sabes lo que soy.

Amor, hoy me gustaría acuchillar al tiempo
pero…no puedo.

Sólo puedo acariciarte las mejillas.
Y me ahogo en ellas.

TE VI LLEGAR

Palabra, te vi llegar
aún verde pero ansiosa
por anidarte dichosa
en mi boca, que es tu hogar,
y en mis manos, las del mar.
Palabra, tú, mi destino,
eres último camino
entre mi papel escrito
y mi voz, que ya es un grito.
La voz de seda o de espino.

Palabra, vienes vestida
en tu vértice más claro
de la luz, bendito faro,
de mil gargantas salida.
Eres parte de mi vida,
en lo fugaz y en lo cierto.
Cruzamos algún desierto
de arena dura, rutinas
de un cuaderno blanco en ruinas.
Palabra, besa a este muerto.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Dignidad

Ahí viene.
Mierda de escote.
Mierda de falda.
Veinte años en esta empresa... ¡Ese puesto era mío!
Ahora viene la zorra esta y en tres días….
Mucho master, mucho master… ¡Esa tiene el master entre las …!
Vaya... se le han caído los papeles.


-¡Espere, espere! No se preocupe, ya me agacho yo.
-Vaya, Juan Manuel, es usted todo un caballero.
-A sus pies, señorita. Siempre a sus pies.

miércoles, 2 de enero de 2008

IMPOSIBLE

Yo siempre había odiado esas hamburgueserías. Aquel día me tocaba otra fiesta infantil, con el agravante de que era uno de mis vástagos el que la celebraba. Globos, calor, gritos y un gallo, con barba de tres días, moviéndose entre el ridículo espacio que queda entre mesa y mesa.

Así que, sin remedio, tocaba aguantar estoicamente hasta el final. Para que pasara el tiempo, el mal humor y el hambre me pedí una ensalada de las que ponen en esos sitios, que por arte de magia aumentan el hambre y el mal humor cuando te das cuenta que has hecho el “primo” al pagar, a precio de oro, por unas lechugas lacias y un trozo de tomate.

Pero mira por donde la suerte me cambia de golpe. El gallo no resiste más el bombardeo indiscriminado de bolitas de papel y se vuelve para reprender al artillero enano de mayor puntería. El giro que realiza es tan rápido e incontrolado que pierde el equilibrio y en un acto por mantener la dignidad y compostura va pegando tumbos hasta que, exhausto, cae sobre la mesa de mi querido hijo en el mismo momento que le están encendiendo las velas del pastel.

Con la boca llena no pude evitar reírme con fuerza. Tanta que una lechuga se convierte en mariposa, abre sus alas y tapona el conducto natural por cual respiramos trece veces por minuto, que decía el poeta, y se me quitan las ganas de reír.

Me pongo de pie, me golpeo en el pecho, me aferro a mi garganta, me zumban los oídos y pierdo el conocimiento.

Cuando despierto estaba en el mismo local, pero no mirando al techo como cuando me desplomé. No, era yo el que estaba en el techo. Eso es, flotando. Me encontraba sobre el mostrador donde atendían a los clientes. Y esto era lo extraño, pues ya no había globos, ni niños. Eran otros los clientes.

Y tanto que eran otros.

En la caja más cercana a mí, la muchacha que atendía estaba a punto de un infarto puesto que cada vez que preguntaba:

.- ¿Kepchup o mostaza?

Sócrates respondía:

.- Sólo sé que no sé nada.

En otra caja era Juana de Arco la que decía:

.- No muy hecha, por favor. A mi la carne quemada, como que no.

Al poco llegó un guía turístico con el cartelito anunciador que ponía: “Bodas de Caná”. A éste le seguían unas dos mil setecientas cuarenta y cinco personas, contando el niño recién nacido que llevaba la señora de la vigésima sexta fila. Pero tampoco me hagan mucho caso, pues yo no acierto mucho en esto de contar “a ojo”.

Desde mi altura divisé una mesa, cerca del parque de las bolas (exacto, ese antro donde los niños deben dejar los zapatos en la entrada, no porque vayan a partir algo, no, sino para que las patadas que le dan a sus padres a la hora de salir sean menos dolorosas), donde estaba el Papa Pablo V con su muchachada de inquisidores. De pronto un personaje barbado se puso de pie. Con una fuerza descomunal, arrancó la mesa de su anclaje (hay que tener una fuerza descomunal para mover una mesa de esas) y dijo: “¿Veis? Y sin embargo, se mueve”. Galileo en estado puro.

En esto apareció el Minotauro. Le costó la misma vida entrar. La fila de los invitados a la boda no se movía, ya viniese el mismísimo Bela Lugossi de los mejores tiempos. Un convite es un convite. Una vez dentro empezó a repartir por las mesas panfletos en donde se veía la figura de una persona dentro de un pan, acompañado de lechugas, cebollas y pepinillos, con la frase: ¿Te gustaría verte así, eh?

Estaba a punto de sonreír escuchando a Groucho decirle al encargado aquello de: “¿Pagar la cuenta? ¡Vaya costumbre más tonta!”, cuando vi que desde la mesa situada cerca de la puerta del servicio avanzaba, con su vista puesta en mí, el mismísimo Albert Einstein. Se movía despacio, con dos generosas manchas de helado en su camisa, mirándome y sin dejar de sonreír. Se paró, cruzó sus brazos sobre su pecho y me dijo:

“Pero Juanito, no entendiste nada de lo que expliqué. Anda bájate de ahí antes que te hagas daño. ¿No ves que no puedes estar flotando aquí? Es imposible.”

Y me caí.