lunes, 31 de mayo de 2010

Mi primo Alfonso


Vamos a ver:

¿No han tenido nunca esa sensación de que al doblar la esquina se iban a encontrar con aquello buscado, añorado o esperado? Un libro, una pieza musical inacabada, unos labios, unos ojos, un camino…

Mi primo Alfonso, Alfonso Baro Alcedo, y yo nos conocemos hace muchos años.

Compartimos cinco años de estudios. Éramos compañeros. Las amistades iban por otros barrios, pero éramos compañeros.

Me parecía un tipo singular. Su gusto por el inglés, por la música, por los libros o por el cine me llegaban, la mayoría de las veces, de forma indirecta en conversaciones con otros compañeros.

Era sencillamente diferente, sin más pretensiones que ser él mismo. Y eso me gustaba.

Cuando terminó nuestro periplo escolar en común anidó en mí la sensación de que volveríamos a coincidir.

Y como uno no maneja el tiempo, dejé que pasara éste e hiciera su trabajo.

Años en blanco, encuentros casuales de rápidos saludos “Aaaaaay JuanMa” “Aaaaaay Alfonso”, hasta que el pasado Octubre, el tiempo se cansó de enredar y propició un encuentro en forma de reunión escolar de antiguos compañeros.

Alguien le contó que yo estaba enredado en esto de las letras y antes de la segunda copa nos habíamos comprometido en crear una “sucursal” de El Fuego de la Utopía en Puerto Real.

Nos pusimos manos a la obra formando un pequeño grupo de escritores, músicos, artesanos y seguidores. Con el valor añadido de que la mayor parte son chicos y chicas menores de veinte años.

Y aquí vino el mejor Alfonso que he conocido: poeta, cantante, músico…Tiene una batería de temas, de letras, de ilusiones contagiosas para transmitirlas a quien ande a pocos metros de su guitarra.

Hemos coincidido en varios recitales de El Fuego y no se pueden imaginar el disfrute que da verlo actuar cuando versiona poemas de los compañeros o interpreta sus propias canciones.





Trabajo duro, constante, con calidad y, no podía ser de otra forma, con muchas risas.

¡Vaya, se me olvidaba! ¡Qué cabeza la mía! Casi se me olvida un pequeño detalle: antes dije aquello del mejor Alfonso que he conocido: poeta, cantante, músico…y con tantos puntos suspensivos se me pasó añadir “amigo”.

Amigo. Ese sentimiento difícil de catalogar, que no fraguó en años escolares, se ha rendido en pocos meses de convivencia e ilusiones y que, afortunadamente, va más allá de un poema, de una canción.

Conózcanlo aquí:

http://whoduth.blogspot.com/

¡Ah, no se olviden! Sigan teniendo esas sensaciones, sigan procurándose una esquina. A veces, sólo a veces, esa esquina termina uniendo dos vidas paralelas.

domingo, 9 de mayo de 2010


Jose González, un buen amigo, me apremiaba para que comprase las entradas para esta representación flamenca donde participa su hija.

Me apremiaba pues sabía que el teatro se quedaría pequeño el día 7 de Mayo, como así fue.

Y valió la pena.

Un espectáculo total: música, baile y compromiso.

Y es que, desde que se abrió el telón, se creó un vínculo entre artistas y público a través del cual nadie quedaría indiferente ante este espectáculo-denuncia sobre el maltrato a las mujeres.

Una historia inteligentemente escalonada en el devenir de una historia que, por desgracia, sigue siendo actualidad.

Si todas las partes de la historia me parecieron de una gran belleza, hubo dos piezas que me resultaron impactantes:

-La llegada de las tres sombras negras (recreando todo un escenario lorquiano) me transmitieron todo el sufrimiento padecido en el momento donde todo se puede perder, donde más abajo ya no se podría caer.
-La liberación de la mujer, la recuperación de la autoestima, la recuperación como persona, donde el mantón cobró vida y protagonismo.

Felicitar al Grupo Cultural de Danza “María Poquet”, a los músicos, cantaores y todo aquel que, de una forma u otra, participa en esta obra.

Esta obra que yo he tenido la fortuna de ver.