domingo, 11 de agosto de 2013

CUANDO LOS MUROS HABLAN

Tenía yo doce años cuando en la noche del 13 al 14 de agosto de 1976, la Guardia Civil acabó con la vida de un joven de 19 años en Almería.
Su delito fue intentar escribir “PAN, TRABAJO Y LIBERTAD”, pero solamente pudo escribir “PAN, T”.

El terrorismo de Estado acabó con él. Ese mismo terrorismo que nunca fue investigado en aras de eso que se llamó “la transición”.
Esa que sigue ignorando tantos muertos por las cunetas.

Sirva este poema como homenaje.
Como homenaje y deseo que no se pierda en la memoria el nombre de Javier Verdejo.

CUANDO LOS MUROS HABLAN

Que pena
que en el pasar de los años
se escondan por las veredas
quienes prometieron cambios.
Que pena.

Verdejo,
ni pudo el tiempo,
ni pudo el viento
secar tu sangre derramada
en las blancas fachadas
de lo que llaman memoria.

Verdejo,
aunque se empeñe el tiempo,
aunque se empeñe el viento
no se secará tu nombre
en la historia de este pueblo

Estás en cada pintada
de los muros, las fachadas,
que reclaman un mañana
en esta tierra pisoteada.

Cada vez que un muro habla
con sus lamentos de viejo,
veo tus manos, Javier.
Pienso:
           Aquí estuvo Verdejo.

Que pena
que en el pasar de los años
se escondan por las veredas
quienes prometieron cambios.
Que pena.


(Agradecer a Irene que me pusiera en el camino.

Un abrazo a ese Verdejo de las calles de Granada.)

1 comentario:

Sombragris dijo...

Sentido e imponente homenaje el que haces a Verdejo en tu poema, primo...No podía ser de otro modo...un abrazo