No es justo.
Te has ido y has trastocado el
arpegio vital de muchos corazones que hoy suenan desafinados.
No, no es justo.
En esta primera noche de insomnio
compartido me encuentro perdido, con tu rama en la mano, preguntándole al
viento si te ha visto pasar.
Hoy la vida se queda huérfana de
la alegría generosa del baile de tu cola, de una lengua que regalaba besos, de
una pata reclamando, con justicia, unas caricias, de unos ojos que sabían ver
lo que necesitábamos y con su magia infinita nos confortaba.
Hoy la vida aprieta la garganta.
Y duele.
No estuve a tu altura, lo reconozco. Es difícil igualar al que todo lo
daba a cambio del módico precio de una sonrisa, de una caricia.
Te quedas en nuestro presente
porque formas parte de nosotros. Y en los día felices por venir, ahora tan
lejanos, volverás a aparecer transmutado en una sonrisa.
Nadie como tú, amigo.
Nadie como tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario